lunes, 10 de junio de 2013

Pañales de tela


La mayoría de parejas españolas planifica la llegada de su primer bebé esperando a un momento económico óptimo. Los gastos, sobre todo si es el primer niño en la familia, pueden ser desorbitados. No hay más que entrar a cualquier tienda de puericultura para salir creyendo que necesitas un crédito antes de aventurarte a ser madre.
El principal gasto suele ser en pañales. Se calcula que un bebé consume una media de 6.000 pañales desde que nace hasta que su control de esfínteres es total. Esto supone un gasto medio de entre 900 y 1800€ (dependiendo de la marca) por niño.
El 50% de los residuos de un hogar con un solo bebé corresponden a los pañales.
Si multiplicamos los 6.000 pañales por todos los niños españoles menores de tres años, podríamos llenar cada mes la superficie de un campo de fútbol y llegar a los 10 metros de altura. Y si tenemos en cuenta que esos pañales tardan de 200 a 500 años en degradarse por completo, ya deberíamos empezar a plantearnos alternativas.
En Estados Unidos se calcula que cada año se consumen 82.000 toneladas de plástico y se talan 250.000 árboles para la fabricación de 18 millones de pañales que acaban en los vertederos.
Pañales fabricados con elementos químicos tóxicos como dioxina, Tributyl-tin, Poliacrilato de Sodio, etc, que se relacionan con el aumento de la incidencia de dermatitis del pañal hasta un 78% desde la invención de los desechables en 1955.
Actualmente se está tomando conciencia de todos estos inconvenientes y cada vez más familias vuelven a la tela, con la ventaja de que, a diferencia de hace 40 años, nosotros tenemos unas fantásticas lavadoras que hacen todo el trabajo sucio.
Los pañales de tela actuales han evolucionado enormemente en los últimos tiempos. Desde materiales naturales como el algodón, bambú o cáñamo, hasta tejidos sintéticos como polar o minky, que aportan suavidad y naturalidad a la piel del bebé, y reducen considerablemente las rojeces por rozaduras.
Una vez que nos adentramos en este mundo, descubrimos que hay infinidad de opciones. Desde las gasas que usaban nuestras madres, hasta pañales completos con la misma forma que los desechables, formados por braguitas cobertoras de poliuretano (impermeable pero transpirable) y absorbentes de distintos materiales, muchos de ellos orgánicos. Llama la atención lo bonitos que son, de colores y estampados variados y llamativos.
Un bebé puede necesitar de 15 a 30 pañales de tela a lo largo de sus primeros años de vida, con la ventaja de que los pueden seguir aprovechando sus hermanos y primos, o pueden ser vendidos en el incipiente mercado de segunda mano, recuperando así buena parte de la inversión.
Algunos argumentos en contra de la tela son el gasto de agua y electricidad al lavarlos, pero en términos absolutos, es muy superior ese gasto en la fabricación, transporte y distribución de los pañales desechables, cuya cadena de consumo es continua a lo largo de los años. Además, los pañales de tela no precisan de detergentes especiales y de hecho se debe emplear muy poca cantidad de jabón y ningún suavizante.
Otro inconveniente suele ser el tema de la limpieza, pero existen forros de papel que se pueden colocar sobre el pañal para desechar los residuos de heces directamente en el WC sin necesidad de lavar. El proceso de cambio de pañales es muy similar en los dos casos: retiramos el pañal y en lugar de tirarlo a la basura, se pone en un cubo. En lugar de bajar al contenedor, ponemos la lavadora y en vez de salir a comprar más pañales, los recogemos del tendedero. Unos sencillos pasos que nos ayudarán a ahorrarnos muchísimo dinero que, en los tiempos que corren, no nos sobra.



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